Caen ruidosas sobre el techo acristalado, gotas grandes
y veloces. Hace un segundo casi lucía el sol entre la niebla alta.
De pronto se empezaron a oír truenos, primero lejanos y suaves, poco
a poco aumentaban en instensidad y frecuencia. De pronto, un instante
de silencio y apareció la lluvia. Y el estruendo aumentó
rápidamente, hasta convertiste en un repiquetear furioso contra el
cristal. Y aquí estamos ahora, sentados en el sillón del
invernadero, mirando arriba, al cielo, a la lluvia, cayendo
rápidamente desde muy arriba hasta estrellarse, a escasos metros
sobre nuestra cabeza, contra el cristal. La vida de una gota: “Esto
va muy rápido, demasiado rápido, hay algo muy grande que se acerca
hacia mí a mucha velocidad, esto va a doler, fin.” El ruido
aumenta y disminuye aleatoriamente; ahora más gotas, ahora menos;
ahora más grandes, ahora menos; y aquí seguimos, sentados bajo los
cristales, por los cuales ya corre agua a raudales, pequeños ríos
que bajan tomando diferentes caminos, hasta caer al canalón, más
abajo, donde se agrupan. Aquí estamos, bajo la lluvia.
No comments:
Post a Comment