El niño

    Cierra los ojos y su mundo despierta. La luz siempre brilla más alegre aquí, el aire es más fácil de respirar y las palabras salen sin dificultad, limpias.

    Escucha los latidos de su corazón, que va reduciendo el ritmo, el ajetreo ya ha quedado atrás. Aquí todo avanza más despacio, hay más tiempo para percibir el ambiente, para pensar y actuar en consecuencia. No es como allí, allí todo es correr, todo es enfrentarse a decisiones sin apenas tiempo para pensar. Siempre te quedas atrás, pierdes el ritmo y la vida se te escapa. Y, por si fuera poco, parece que todo el mundo se pone en tu contra. Por si no fuera suficientemente fácil quedarse atrás, te ponen obstáculos.

    Cada día que pasa es una batalla, y cada noche, el respiro. Pero todo eso ya no tiene importancia -hasta mañana- toca disfrutar del descanso. Cerrar los ojos y disfrutar la vida.

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